viernes, 9 de agosto de 2013

Migraña.


Perdida. Las voces llenas de silencios. Mi cabeza retumbante. Mis ojos latientes.  Esta voz que no surge, que no sale. El vacío. La nada. El mundo lleno de inexistencias, los retardos. Las ausencias.
La casa vacía, este frío, poderoso frío. Mi piel demasiado sensible, demasiado fugaz su toque.
El sol brilla, a pesar del invierno. Y es todo tan oscuro!
Mis manos tiemblan, mi corazón retrocede… este palpitar de mis ojos, este dolor en mi mente.
Letargo, tedio.
Lágrimas conquistadas, vacíos retenidos.
Lentitud, todo es pesadez.
Corro, corro, corro. Mis ojos van a estallar, mi respiración pastosa.
Puedo escuchar las grietas abrirse despacio.
Los quiebres de mi cabeza, en un retumbar hiriente.
Cada centímetro cúbico de mi sangre arrasa hirviendo mis venas.
Duele. Cada pensamiento duele.
Cada ruido.
Cada luz.
Cada voz.

Y se rompe, se fisura mi euforia. Sueño al fin.

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