Deseo, Calor y esta profunda Sed.
Sentir el hervor en mis tripas, como el azúcar trastornándose
en miel.
Me refugio en la heladera y me seduce una naranja. Está helada, inmediatamente
la retengo entre mis piernas. El frío me devuelve a la Vida, haciendo de mi Fuego
una tibieza más cuerda,
más sexy,
más placentera.
Como almíbar cayendo cómodamente sobre frambuesas.
Pronto la fruta toma calor y quiero comerla. La suelto y la huelo.
Ese olorcito tan dulce y familiar que me excita y me eleva unos segundos.
Rememorando
situaciones viejas.
Desnuda en la cocina, en medio de la noche. Una bandeja de fruta
enfrente y un cuchillo en la mano. Escucho mi respiración y siento como un escalofrío
nace desde el inicio de mi espalda y llega al principio de mi nuca.
Mi piel imitando
las frutillas, se alza esperando contacto.
Una noche a solas, y esa naranja inundada en mi olor… retiro
la cáscara y muerdo dejando que el jugo recorra la boca, el cuello, los pechos.
Me ensucio bien y chupo... dulce y tibia, saciando mi Sed y divirtiendo
mi Espíritu.
La Hembra en mí, baila, ruge, canta.
Caramba, tomate. Tan rojo, brillante… Clavo mis dientes en esa
piel tan suave, tan desafiante.
Sorbo. Miro. Huelo. Sonrío de pura satisfacción,
porque mi cuerpo late.
Levanto con mi lengua el hilo rosa que cae por mis brazos,
y cada lengua renace en mi mente…
Cada labio,
cada boca…
Prohibida, firme, crujiente manzana, que roza mis pechos y
se yerguen atrevidos. La paseo hasta mi vientre, hago círculos en mi ombligo. La
deposito -apenas- en mi centro…
…
El agua fría me regresa a la Vida y la cama me espera
calmada
y fresca.
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