viernes, 24 de octubre de 2014

Sueño que Creo.



A veces, la inspiración es un Alma Caprichosa. No es fácil poner en funcionamiento la maraña de palabras que inunda mi ser... o darle un sentido ágil de comprender. (Quizás porque tengo a Piscis en Mercurio)


...Recostada en el pasto, los brotes comienzan a reclamarme. La tierra ruge debajo como animal hambriento. Cada pedacito débil de mi cuerpo siente el vibrar de mi piel en un orgasmo kármico, cediendo mi esencia al suelo que me ha sostenido durante siglos. Renaciendo en cada centímetro de hierva que crece a mi alrededor, siendo abrazada por un verde libidinoso de Madre Tierra...

Por lo tanto, los momentos de obligada introspección, me resultan mucho más productivos que a la mayoría.

...Mis ojos bien abiertos, con calma y devoción, mientras alimento a las plantas posesivas que enfrían mi ser y me llenan de oscuridad. No tengo miedo, reconozco el ciclo. Sé que a partir de esto estaré en todas partes, en cada ser vibrante. En  cada flor de este planeta...

Me permiten nadar a gusto en los vericuetos de este mar que va creándose sólo, tratando de hilvanar con aguja de hada cada idea con otra, sin la seductora interrupción de la tecnología actual.
-Soy amiga del Silencio-

Y me voy dejando caer... me voy dejando absorber, extasiada en la sensación. 

En fin, el escribir no es más que práctica y como buen músculo se entrena en el uso. La imaginación no es más que un plus. Y el talento de nada sirve sin la pasión que lo sostiene. 
-Eso es lo que me repito a diario-


Cuando llega Él, con cara de horror, se corta la palma de la mano y sella con su sangre mis propias cicatrices, me arranca del suelo y lastima los brotes enfurecidos que reclaman mi cuerpo. Un gran viento hace silbar a los arboles con furia.


Ese néctar, ese combustible que debería llenar de tinta mis hojas, se ha venido escurriendo de mis dedos hace unos meses.

No hay barullo más temible en la mente de un escritor, que aquellas palabras que no logran salir.


"¡Es Mía!" Grita. Y yo pierdo la conciencia, con su olor en mi nariz, sangre y tierra.


Acorralan, aprisionan, ahogan, enmudecen.

Para escribir como un torrente fluido, necesito la dulce agonía del enamoramiento. Y por más que me niegue a afrontar cualquier situación que involucre medio pelo de sentimiento -El terrible orgullo no me permite ser vulnerable, ya no- ,  extraño las noches de insomnio en que las letras se deslizaban prodigiosamente de mis manos y me elevaban en codiciosa caricia intelectual. Donde mis pasiones, mis ideas y mis perversiones podían ser traducidas romántica y hasta poéticamente... 
¡¡¡Que costo alto le puse a mi tranquilidad emotiva!!!


Siento el dolor del frío en la punta de mis dedos y mi piel delata el escalofrío que recorre mi ser. Pero mi mente disfruta, se deleita en la sensación de sentirme viva. 

Este intentar sin tregua, donde la paciencia y la entrega son primordiales para dar vida a esta construcción sin bases, a estas historias con inicio sin ganas, perdida en el nudo de la cuestión, sin tener idea hacia dónde van los personajes en mi mente... es tan agotador y adictivo.

No entiendo como el frío puede traerme tanto placer, cuando el sentirme liviana y dócil puede regalarme tal libertad. 

No dejo de navegar en el meollo de la madeja, sintiendo cada sensación como propia -infinita red de alter egos- desdoblando a los implicados salpicados de dulce inocencia.
No creo en la maldad así como no creo en la bondad -por eso logro identificarme con cualquiera, termino justificando a diestra y siniestra- 

Mis ojos se abren a penas y sólo siento el traqueteo de un movimiento constante y allá lejos, un rayo de sol intenta colarse entre las hojas de los árboles. 

Considero que cada individuo tiene claras excusas para hacer lo que hace y que siempre encontrará quien lo defienda y quien lo humille -una visión democrática de la vida... también bipolar y esquizofrénica-

Por lo tanto y sin sembrar egoísmos, considero que cada quien debe ser fiel a sí mismo.

Me abandono una vez más y todo es negro.

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