domingo, 26 de octubre de 2014

Mujer, (Dis)Fruta.



Deseo, Calor y esta profunda Sed.
Sentir el hervor en mis tripas, como el azúcar trastornándose en miel. 
Me refugio en la heladera y me seduce una naranja. Está helada, inmediatamente la retengo entre mis piernas. El frío me devuelve a la Vida, haciendo de mi Fuego una tibieza más cuerda, 
       más sexy, 
                     más placentera.
                                   Como almíbar cayendo cómodamente sobre frambuesas.

Pronto la fruta toma calor y quiero comerla. La suelto y la huelo. Ese olorcito tan dulce y familiar que me excita y me eleva unos segundos. 
                                 Rememorando situaciones viejas.
Desnuda en la cocina, en medio de la noche. Una bandeja de fruta enfrente y un cuchillo en la mano. Escucho mi respiración y siento como un escalofrío nace desde el inicio de mi espalda y llega al principio de mi nuca. 

Mi piel imitando las frutillas, se alza esperando contacto.

Una noche a solas, y esa naranja inundada en mi olor… retiro la cáscara y muerdo dejando que el jugo recorra la boca, el cuello, los pechos. Me ensucio bien y chupo... dulce y tibia, saciando mi Sed y divirtiendo mi Espíritu.
La Hembra en mí, baila, ruge, canta.
Caramba, tomate. Tan rojo, brillante… Clavo mis dientes en esa piel tan suave, tan desafiante. 
Sorbo. Miro. Huelo. Sonrío de pura satisfacción, porque mi cuerpo late. 
Levanto con mi lengua el hilo rosa que cae por mis brazos, y cada lengua renace en mi mente… 
                    Cada labio, 
                                       cada boca…
Prohibida, firme, crujiente manzana, que roza mis pechos y se yerguen atrevidos. La paseo hasta mi vientre, hago círculos en mi ombligo. La deposito -apenas- en mi centro…


El agua fría me regresa a la Vida y la cama me espera 
                                                                              calmada 
                                                                                           y fresca.


viernes, 24 de octubre de 2014

Sueño que Creo.



A veces, la inspiración es un Alma Caprichosa. No es fácil poner en funcionamiento la maraña de palabras que inunda mi ser... o darle un sentido ágil de comprender. (Quizás porque tengo a Piscis en Mercurio)


...Recostada en el pasto, los brotes comienzan a reclamarme. La tierra ruge debajo como animal hambriento. Cada pedacito débil de mi cuerpo siente el vibrar de mi piel en un orgasmo kármico, cediendo mi esencia al suelo que me ha sostenido durante siglos. Renaciendo en cada centímetro de hierva que crece a mi alrededor, siendo abrazada por un verde libidinoso de Madre Tierra...

Por lo tanto, los momentos de obligada introspección, me resultan mucho más productivos que a la mayoría.

...Mis ojos bien abiertos, con calma y devoción, mientras alimento a las plantas posesivas que enfrían mi ser y me llenan de oscuridad. No tengo miedo, reconozco el ciclo. Sé que a partir de esto estaré en todas partes, en cada ser vibrante. En  cada flor de este planeta...

Me permiten nadar a gusto en los vericuetos de este mar que va creándose sólo, tratando de hilvanar con aguja de hada cada idea con otra, sin la seductora interrupción de la tecnología actual.
-Soy amiga del Silencio-

Y me voy dejando caer... me voy dejando absorber, extasiada en la sensación. 

En fin, el escribir no es más que práctica y como buen músculo se entrena en el uso. La imaginación no es más que un plus. Y el talento de nada sirve sin la pasión que lo sostiene. 
-Eso es lo que me repito a diario-


Cuando llega Él, con cara de horror, se corta la palma de la mano y sella con su sangre mis propias cicatrices, me arranca del suelo y lastima los brotes enfurecidos que reclaman mi cuerpo. Un gran viento hace silbar a los arboles con furia.


Ese néctar, ese combustible que debería llenar de tinta mis hojas, se ha venido escurriendo de mis dedos hace unos meses.

No hay barullo más temible en la mente de un escritor, que aquellas palabras que no logran salir.


"¡Es Mía!" Grita. Y yo pierdo la conciencia, con su olor en mi nariz, sangre y tierra.


Acorralan, aprisionan, ahogan, enmudecen.

Para escribir como un torrente fluido, necesito la dulce agonía del enamoramiento. Y por más que me niegue a afrontar cualquier situación que involucre medio pelo de sentimiento -El terrible orgullo no me permite ser vulnerable, ya no- ,  extraño las noches de insomnio en que las letras se deslizaban prodigiosamente de mis manos y me elevaban en codiciosa caricia intelectual. Donde mis pasiones, mis ideas y mis perversiones podían ser traducidas romántica y hasta poéticamente... 
¡¡¡Que costo alto le puse a mi tranquilidad emotiva!!!


Siento el dolor del frío en la punta de mis dedos y mi piel delata el escalofrío que recorre mi ser. Pero mi mente disfruta, se deleita en la sensación de sentirme viva. 

Este intentar sin tregua, donde la paciencia y la entrega son primordiales para dar vida a esta construcción sin bases, a estas historias con inicio sin ganas, perdida en el nudo de la cuestión, sin tener idea hacia dónde van los personajes en mi mente... es tan agotador y adictivo.

No entiendo como el frío puede traerme tanto placer, cuando el sentirme liviana y dócil puede regalarme tal libertad. 

No dejo de navegar en el meollo de la madeja, sintiendo cada sensación como propia -infinita red de alter egos- desdoblando a los implicados salpicados de dulce inocencia.
No creo en la maldad así como no creo en la bondad -por eso logro identificarme con cualquiera, termino justificando a diestra y siniestra- 

Mis ojos se abren a penas y sólo siento el traqueteo de un movimiento constante y allá lejos, un rayo de sol intenta colarse entre las hojas de los árboles. 

Considero que cada individuo tiene claras excusas para hacer lo que hace y que siempre encontrará quien lo defienda y quien lo humille -una visión democrática de la vida... también bipolar y esquizofrénica-

Por lo tanto y sin sembrar egoísmos, considero que cada quien debe ser fiel a sí mismo.

Me abandono una vez más y todo es negro.

martes, 19 de agosto de 2014

Y.



Y la voz se calla 
y la vida vibra, 
y el ansia golpea, 
y la noche cae, 
y mi cuerpo suda, 
y mi aliento quema, 
y mis ojos prenden, 
y la piel corroe, 
y mis labios arden, 
y mi lengua moja, 
y mis piernas ciñen, 
y mi boca bebe, 
y el placer se expande, 
y el ritmo trepa, 
y la sangre hierve, 
y el jadeo anhela,  
y mis dientes rasgan,  
y las manos prenden, 
y mi saliva calma, 
y mi vientre ondea, 
y mi garganta grita, 
y mi sexo explota. 

martes, 22 de julio de 2014

Extrañando...



Esta noche quería a mi Hombre en mi cama.
Dormir con su calor pegado a mi cuerpo, 
con sus manos sosteniendo mi vientre, 
con el sonido de su respiración soplando mi nuca.
Con su olor impregnado mi nariz, 
       ...mi piel, 
 mi pelo. 

Esta noche quería dormir con la boca hinchada de sus besos, 
con la tranquilidad de su abrazo.
Esta noche quería la calma del abandono en otro cuerpo, 
necesitaba la intimidad de la entrega.

Esta noche quería a mi hombre en mi cama.

Esta noche, esta noche, esta noche…

Quería sus dedos en mi boca, 
tapando mi orgasmo. 
Quería el fuego de sus ojos en mis ojos. 
Quería su sonrisa mirándome embobado, 
quería su fuerza, 
su calor, 
su fiera posesión.
Quería sus piernas enredadas en mis piernas.
Esta noche quería apretarme al cuerpo de mi Hombre, 
cerrar mis ojos, 
y simplemente, 
dormirme en sus brazos.

jueves, 10 de julio de 2014

Nuestro.

No necesito páginas mezcladas con otras páginas. 
No quiero palabras usadas, gastadas, ya dichas.

 Me interesa pincelar caricias recién nacidas, regalarte la creación de la gloria que provocas en mí. 
Me necesito completa y firme, para brindarme desde allí. Te necesito arrasador y posesivo. Con absoluta confianza en tu sentimiento; porque desde esa seguridad, yo puedo volar, yo puedo gritar, yo puedo reír, yo puedo bailar…
Porque tu lealtad me regala libertad. Porque yo sé querer así, amarte así.
Mirame con ese amor siempre. Alimentame con esa pasión siempre.
Mi llama crece, se expande. Tu Fé en el sentimiento que te mueve hacia mí, me mueve hacia vos.
Me permitis desplegar mi capacidad de amar,
No tenes miedo a mi abrazo. No huis de mi instinto, no me detenes, no me frenás, te fundis en  mi profundidad con la altitud que corresponde y logro navegar en tus manos, en tu espalda, en tu sexo, en tu boca, en tus ojos. 
De la misma manera que navegas en mí...
En esta reciprocidad absoluta, 

¿Sentis cómo me entibias el alma?

martes, 29 de abril de 2014

Caminemos Juntos.

Yo encuentro en tus ojos, esa inocencia de lo eterno. 
Y la furia del desamor. 
La rabia de lo desconocido. 
Y el aliento de la Fé. 
Vi tus lágrimas asomarse con las mías. Sentí tu abrazo sin tocarme. Y vi también la distancia de tu recuerdo.
Encontré tu valor ante el compromiso y tu responsabilidad ante la vida. Vi tu corazón anestesiado, y tu alma desperdiciando despedidas. Reconocí tu dolor como propio.

Te vi entrar agazapado y lleno de dudas. Sin reconocerme y buscándome. Me vi en tu memoria y te sentí Hombre. Compartimos tu historia, con el sol en nuestras caras. 
Con los silencios del respeto. 
Existe desconcierto y admiración en nuestra compañía, con una sonrisa descubro el alivio de lo puro. 
“Si nos hubiéramos conocido antes…” 
Nos conocimos antes, pero es la primera vez que nos encontramos.

domingo, 26 de enero de 2014

Así la Amó.

Y así fue como en medio de los acordes de una guitarra, la amó sin locura, sin desesperación, llenando la habitación de pausas.
De profundo abrigo.
Con la luz de aquella piedra brillante, con la ternura de los años compartidos. Con todo el conocimiento que les había regalado el dolor pasado, la incertidumbre de la violencia, la furia del olvido.
La amo sin la prisa de la juventud, con la gracia de los años, que te quitan el apuro. Recordando los atardeceres naranjas, las noches sin luz, las tardes de torta-fritas, los mates y el silencio.
La amó con su olor a madre-selva y con su delantal lleno de harina. La amó incluso en el griterío de los chicos, la amó cuando todo fue gris y no había solución.
La amó cuando no tuvo miedo, y también cuando tuvo miedo y se quedó.
La amó cómo cuando no los unían las palabras, ni las fuerzas, ni las ganas.
La amó sin dejar de ver sus arrugas en el cuello, sus manos ásperas, el cansancio en sus ojos y la sonrisa…
Con esa determinación que te regala la infinita ternura, con la fuerza de la profunda admiración.
Incluso en la certeza del final de sus días, la amó como la primera vez que la vio, despeinada, bajo ese árbol leyendo a Oesterheld.
Acariciando las canas de sus sienes, le dijo al oído, mientras ella dormía “Amé la vida que compartí con vos.”
Y su luz se apagó.