martes, 17 de septiembre de 2013

Crear, Creer y Crecer.


No lean esto, cuando digo que el mundo está perfecto como es. Existen muchas más cosas que escapan a nuestra comprensión y que quizás sólo necesitamos HUMILDAD para aceptar que no podemos entender todo. Porque nos rodeamos de imperfecciones y cada una de estas nos hace mejores. 
Nos purifica, nos invita a madurar.

Porque estamos aquí para creer,crear y crecer. La situación que vivimos, cada alegría, cada enamoramiento, o cada dolor, cada desesperación incluso; son escalones, son procesos necesarios para vivir. No hemos venido a estar tirados panza arriba mirando el cielo. 
Hemos venido a disfrutar del proceso de nuestra propia creación como seres iluminados.

Somos el arte en vida que se transfigura todo el tiempo y que tiene la noble capacidad de crearse a sí mismo. 
La virtud que nos rodea a cada paso, sepamos mirar.
Dentro de nosotros existe un universo perfecto con vibraciones y sensaciones que nos definen. 
No perdamos la oportunidad de disfrutar el gozo que nos brinda nuestro día a día.
Aprendamos a mirar.
Aprendamos a crecer.
Sin rencor, sin tristeza, con amor, alegría y esperanza.
Somos lo que somos y a partir de allí vamos.
Resguardando y tolerando las decisiones de otros, entendiendo que cada persona vive su proceso individual de la forma que corresponde.
Aceptando con humildad, que no tenemos derecho a dirigir la vida ajena.
Respetando por sobre todas las cosas tanto el error como el acierto.
Permitiendo que cada quien crezca a su propio ritmo. Sin imponer, sin criticar, sin desmerecer, sin burlarnos.

Quizás así (ojalá), la vida se desenvuelva con calma. Nunca olvidemos: el universo se desenvuelve como debe.


















"No tenéis ni idea de lo alto que puedo volar"

viernes, 13 de septiembre de 2013

Cómplices

Ella estaba sentada con las piernas cruzadas y un libro en sus manos, sus ojos eran vidriosos con una emoción contenida, su labio inferior temblaba casi imperceptiblemente. No podía dejar de observar ese temblor.

La uña de su dedo índice raspaba delicadamente la contratapa, volviéndome loco.


Ya había tenido el placer de leer aquella historia mucho antes que ella la tuviera en su regazo.

Conocía cada sensación que traducía su cuerpo. Hipnotizado en sus reacciones, empecé a sentir mi propio calor crecer, nadando como ella, en ese mar de erotismo.
Su lengua delicadamente rozó el labio superior, y sus ojos iban de un extremo al otro del relato, el vaivén del subte potenciaba mi trance.

No podía dejar de mirarla.

Lentamente descruzó sus piernas. Íntimamente deseé una humedad entre ellas.
Esa mera idea hizo estragos en mi mente. Prácticamente temblando, mis ojos recorrieron desde la punta de sus pies hasta ese hermoso pelo negro.

Podía sentir mi propia excitación crecer en mis pantalones. Aquella mano torturadora quitó sus cabellos de la cara escondiéndolo detrás de su oreja derecha, dejando al descubierto un cuello salpicado de lunares, que pedía a gritos mi propio tacto, mi aliento, mis besos …

Sintió que alguien la observaba, levantó sus ojos del libro y me clavó la mirada. Hubo un segundo, un instante eterno, sin ruidos, sin vaivén, sin otros pasajeros que presenciarán la complicidad de ese encuentro, donde ella supo lo que yo sabía.


Se sonrojó. Y yo casi me muero.

Media sonrisa apareció en su rostro, hundiéndome profundamente en el asiento. Dejándome clavado. Totalmente absorto.
El subte abrió sus puertas, deteniéndose en otra estación. Y ella velozmente abandonó mi anhelo, bajándose del vagón.

Estaba tan embebido en mi excitación, en ese envolver magnético, que no pude reaccionar. Las puertas se cerraron ante mí. Y me vi arrastrado hacia la estación siguiente. Dejando a mi cómplice lejos y yo todavía temblando.

Planeo seriamente no volver a leer. No soportaría otro amor a primera vista.


Ya leí esa historia.